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El perfume de los recuerdos.



       Subiendo por las escaleras el perfume del mediodía me recordaba que mamá estaba  en la cocina, era capaz de distinguir el olor de sus guisos entre un millón.
Corría hacía el lavabo y con el jabón que tan incómodamente se metía entre mis uñas frotaba mis manos, hasta entonces solo sucias por la arena del patio a la hora del recreo.
      Esperaba a papá intentando colar mi cabeza por los barrotes de la barandilla de una terraza que siempre estaba  bañada por  el sol. Aún recuerdo el sonido de sus zapatos pisando la arena del parque  que había antes de llegar a casa.
       Papá era una persona de figura esbelta, muy delgado y deteriorado por su enfermedad y el paso de tantos cumpleaños. Su rostro te recordaba cuanto se pude sufrir en la vida,  pero sus ojos te decían cuanto de feliz puedes llegar a ser también en ella. Lo que era más importante es que su corazón  sabia como querer y cómo amar .Su vida nunca fue fácil, por lo menos hasta que conoció a mamá, esa mujer que amó hasta el final. Un amor tan incondicional y profundo que alargo su vida e hizo posible que resucitará tantas veces. Su carácter recordaba al de un alto mando del ejército , de hecho mis amigas pensaban antes de conocerme que lo era , yo solía reírme de esos comentarios, papá era todo corazón , incapaz de cruzarse con una hormiga y no decirla hola, pero entendía  que ellas lo vieran así, bueno digo ellas solo por simplificar, porque casi todo el mundo lo veía así .
       Supo ganarse el respeto y la confianza de quienes tuvimos  la suerte de poder  estar con él, y bien sabido era que tenía un carácter difícil , sus experiencias se encargaron de que fuera así  .Mucha gente dependíamos de papá, aunque unos no lo sabíamos y otros les costaba reconocerlo .Frente a los problemas mostraba una serenidad que sólo podía ser fruto de tanto cálculo y mucha seguridad, tanta que a su lado sentía que jamás nada malo me sucedería, y mientras él vivió así fue, luego las cosas cambiarían…

       Nuestra familia era como tantas en aquellos años,formada por cinco miembros, papá, mamá, mis dos hermanas y yo, la mediana de las tres y siempre en tierra de nadie. Solo existía una diferencia, siempre faltaba algo, eramos como un puzzle enorme al cual le faltaba la última pieza.
      Existía un gran secreto muy bien guardado, un secreto que marcaría un antes y un después en esa modesta y humilde familia. Muchas veces sentí que podía y que debía hacer un montón de cosas, todas ellas diferentes, estaba segura de poder conseguir lo que me propusiera, con lo que no contaba era con que después de esos maravillosos años de infancia,  ocurriría…pero eso es  una historia para más adelante.

Un día...de cualquier calendario pasado.
       
       A la hora de comer mi calvario no era pequeño, nunca logré acabar  un plato hasta el final y papá…aún escucho sus conversaciones, intentando convencerme de que si no comía me quedaría siempre pequeña, y nadie más que yo tenía tanta prisa por crecer.

       En el colegio las cosas eran bastante duras. Siempre tuve que luchar contra mi soledad y el rechazo de muchos, aunque en esta oscuridad siempre tuve una luz, mi gran amiga Alicia. Solo surgían problemas entre las dos cuando aparecía en escena Pili. La verdad es que Pili  nos hizo la vida bastante difícil a Alicia y a mí. Era la típica chica absorbente y dominante, le gustaba criticar a todo el mundo y lo peor, pensaba que no había nadie mejor que ella. Su deporte favorito era hacernos creer como fracasadas y lo mucho que la necesitábamos .La suerte es que eso le duró solo dos cursos, tercero y cuarto de Básica,  en quinto las cosas cambiaron, Alicia y yo empezábamos a despertar y decidimos seguir el camino ella y yo solas.

        Creo que la raíz de mis eternos problemas eran dejarme influir tanto por lo que los demás pensaban, cuando yo sabía que no era el camino correcto. Además tenía a  mi corazón, que  nunca dejó de hablarme incluso creo que a veces hasta me gritaba, pero yo terminaba por ponerme tapones.



Metamorfosis en la piel.
          
        Corrían los primeros y maravillosos años de la adolescencia, digo los primeros porque los últimos no lo fueron tanto, y el octavo curso finalizaba. Había sido un año fantástico, todo había cambiado a mi alrededor, era como si el patito feo se hubiera convertido en un hermoso cisne; mis calificaciones no podían ser mejores, tenía un montón de amigos,los típicos síntomas de adolescente no habían echo mella en mi materia gris y lo mejor, mi padre había mejorado de su enfermedad y podía ir al trabajo, la vida me estaba obsequiando con su mejor sonrisa. Después de un año sacrificado a los estudios me esperaba el ansiado viaje de fin de curso,nos  marchábamos a Ibiza, y por fin el instituto...

     Aquel verano no se plantaba muy diferente a los pasados, a excepción de mi viaje a Ibiza, que por cierto fue perfecto. En agosto cuando papá y mamá cogían vacaciones marchábamos, desde hacia 9 años, a una casa que teníamos en la montaña. Allí pasaba todo el mes, justo hasta el día después de mi cumpleaños que regresábamos a  la gran ciudad.
    Rodeada de campos y bosques en plena naturaleza  parecía como si el tiempo se parara, mi alma siempre estaba tranquila y tenía tiempo de ordenar mis pensamientos, cada año que pasé en aquella casa fue maravilloso los recuerdo como los mejores años de mi vida...los echo de menos y siento mucha, mucha nostalgia al recordarlos.
    Recuerdo que me encantaba correr entre la hierba mojada, tumbarme en los enormes prados y mirar durante horas al cielo,  mis hermanas y yo imaginábamos formas para las nubes e incluso las poníamos nombres igual que por las noches a las estrellas. Nos gustaba escuchar a un cucú que vivía en un enorme y altísimo pino, jugábamos haber quien lo vería algún día primero. Las tres estábamos muy unidas dada la poca diferencia de años que existía entre nosotras y compartíamos muchas cosas tanto materiales como espirituales, la verdad que fueron unos años que aprendimos mucho de nosotras mismas y compartimos juntas muchas experiencias. Lo mejor y más recuerdo era lo mucho que nos reíamos juntas, daba igual todo era divertido entre nosotras hasta las discusiones, porque también las había...

      Los años pasaban y mi padre agotaba  su tiempo .Yo lógicamente no quería darme cuenta pero en el fondo  lo sabía, sabía que todo lo que no le dijera cuando lo sintiera quizás él  ya no  lo podría escuchar nunca, era una cuenta atrás para todos.

   Sentía como mi alma se desgarraba. Solo con la idea de poder perderlo mil puñales sacudían mi cerebro y mi corazón se ahogaba.

     Siempre me consideré una chica madura , elocuente , para nada impulsiva…digamos que tenía dos dedos de frente, y ahora creo que lo que más poseía era miedo,                             inseguridad  e ignorancia. Mi padre hacía que todo eso se disipara que creyera que todo lo podía conseguir con perseverancia y respeto pero sobre todo con lucha y paciencia, hay de ella ,no imagino mi vida sin mi amiga la paciencia o mejor dicho que hubiera sido de mi vida sin ella…pero a menudo pienso qué  habría sido de mi vida si me hubiera sido infiel a mis principios en alguna  ocasión.

Creciendo dentro de mi

Era el año 1992 un año que se presentaba lleno de acontecimientos, como la celebración de las primeras Olimpiadas en España y que tendrían lugar en Barcelona, así como Sevilla se preparaba a para acoger la Expo92. Lo que yo no imaginaba que para mi también ese año tenía preparados acontecimientos que cambiarían el rumbo de mi vida, que transformarían todos mis pensamientos, mis objetivos y mis sueños.Comenzaba la cuenta atrás para cambiar todo lo que hasta entonces había sido mi vida y comenzaba una nueva etapa, la cual una vez comenzara no podría abandonarla jamás, ni siquiera aunque muriera.

Transcurría un verano apacible, terminé los estudios con muy buenas calificaciones, estaba trabajando con mis padres y el negocio iba como nunca, además sería el primer verano que no tendría que ir de vacaciones con mis padres y podría irme con mi chico, Esteban, en otra ocasión dedicaré un capitulo a hablaros de él y prometo que será un capitulo que no os dejará indiferentes, pero ahora sigamos con lo que prometía ser un verano perfecto.

Mis padre viajaban otro año más a Tenerife, su clima aliviaba su enfermedad, y esta vez nos quedábamos mis hermanas y yo solas en casa. yo temía por mi hermana pequeña,Norma siempre fue un alma libre, tan libra que nunca encontró límites para nada, de ahí mi preocupación, pero bueno mi padre nos leyó la cartilla antes de marchar, y yo, como cual efecto domino, se la leí a mis hermanas, así que todo parecía apuntar hacia el orden, ¡¡ que ingenua!!

(Continuará)








1 comentario:

  1. Amigos míos, esta página estará siempre para vosotros en continua evolución y actualización .
    Gracias por compartir conmigo.

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